miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Por qué se odian, profe? Yolanda Reyes

Una amiga me contó que la llamaron del colegio a decirle que su hijo estaba leyendo un libro inadecuado para su edad. El lector, a quien llamaré Jota, tiene 11 años: una edad en la que se puede vislumbrar el mundo adulto con esa lucidez que da la perspectiva de no ser adulto todavía. Jota suele recurrir habitualmente a los libros para contestar sus preguntas, o para encontrar nuevas preguntas, y ese hábito le ha sido inculcado tanto en su casa como en el colegio.

La mamá de Jota comenzó la reunión diciéndole a la profesora que le parecía un contrasentido que a su hijo lo motivaran a leer espontáneamente y que luego le censuraran sus elecciones, y preguntó cuál era el libro inadecuado que estaba leyendo.Enemigos: Santos y Uribe ¿Por qué se odian?, de Vicky Dávila, respondió la profesora, y agregó que Jota lo había encontrado al lado de los periódicos y las revistas, en la sección de actualidad colombiana de la biblioteca escolar.

[...] Muchos aprendizajes se construyen mirando actuar a quienes nos preceden y, en ese sentido, los debates públicos y la manera como estos son recogidos, tanto en los medios como en los ámbitos familiares y sociales, son el referente político de ciudadanos como Jota. La libertad para expresarse y para escuchar voces diversas, lo mismo que el rigor para contrastar fuentes y para asumir posiciones argumentadas y autónomas son las condiciones educativas mínimas que hoy se requieren para cambiar esas prácticas de secta, instaladas en todos los grupos y transmitidas de generación en generación.

Esas son huellas de guerra, y uno de los mayores desafíos es usar otro lenguaje para ejercer la posibilidad de disentir. Pero un lenguaje que se hable más allá de las paredes de la escuela. 


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