martes, 30 de mayo de 2017

Antonio Gramsci: Una vida luchando por una sociedad mejor. Un artículo de Roberto Breña publicado en la revista Nexos.

Hace mucho tiempo que en Occidente el marxismo, como una serie de principios teóricos, está de capa caída, por decir lo menos. Desde un punto de vista histórico-político su derrumbe tiene dos hechos concretos como referencias básicas: la disolución de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín. Es decir, estamos ya cerca de cumplir tres décadas de que el marxismo perdió su referente político más importante (la URSS) y uno de los más influyentes (Europa Oriental). De la pléyade de escritores marxistas de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX (entre ellos Kautsky, Plejánov, Lenin, Luxemburgo, Hilferding, Trotski, Bujarin, Lukács y Korsch) identifico dos que han salido bien librados del derrumbe de la doctrina marxista: Antonio Gramsci y Walter Benjamin. Con el ochenta aniversario de la muerte de Gramsci como excusa y como trasfondo, en estas líneas daré cuenta de algunos aspectos de la vida del primero y, al final, bosquejaré algunas ideas gramscianas que siguen teniendo vigencia para pensar las sociedades actuales. Cabe apuntar que el contexto histórico de Gramsci fue el del fascismo italiano de la primera posguerra. La Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y casi tres décadas de “hegemonía liberal” interponen un abismo entre su realidad política y la nuestra, es cierto. Sin embargo, Antonio Gramsci tiene todavía cosas que decirnos.

 

Achille Mbembe: "Cuando el poder brutaliza el cuerpo, la resistencia asume una forma visceral". Entrevista.

Hablamos sobre las formas de racismo contemporáneo y resistencia con el filósofo camerunés Achille Mbembe, una voz pública de primer nivel que interviene en el debate intelectual -aún muy eurocéntrico- desde África. 

Crítica de la razón negra. Ensayo sobre el racismo contemporáneo de Achille Mbembe, publicado por  Ned Ediciones y Futuro Anterior, es un tratado de la envergadura de Orientalismo de Edward Said. En primer lugar, se trata de una arqueología del texto eurocéntrico que construyó una idea de África como continente caníbal y bárbaro, como aquel territorio que sólo podía proveer (aún lo hace) hombres-cosa-mercancía al capitalismo, su cara oscura. 

En segundo lugar, el libro es un ejercicio (ético, estético, poético) que plantea, en la misma tradición de Said y los estudios culturales, pensarse, conocerse y des-conocerse “al margen” de esta mirada imperial europea. Es decir, re-construir una memoria “de abajo” sanadora y desvictimizadora -es lo mismo- capaz de proyectar un futuro común. Mbembe rescata aquí la literatura de la otra razón negra, poetas y novelistas, Fanon y Cesaire, en un trabajo serio y delicioso, potente y extremo, doloroso y esperanzador. 
Finalmente, este libro analiza la vigencia de las prácticas coloniales/imperiales que “ensalvajan” hoy en día el globo. Lo que el autor llama y anima a pensar como “el devenir negro del mundo”. Ese momento histórico en que, como dice en esta misma entrevista, "la distinción entre el ser humano, la cosa y la mercancía tiende a desaparecer y borrarse, sin que nadie –negros, blancos, mujeres, hombres- pueda escapar de ello". 

Achille Mbembe nació en Camerún en 1957. Es profesor de Historia y Política de la Universidad Witwaterstand de Johannesburgo (Sudáfrica). Su primer libro publicado en castellano fue Necropolítica, donde analiza las políticas de ajuste y expulsión que primero se ensayaron en el continente africano en los años 90 y hoy se extienden por todas partes. 

Fuente:eldiario.es

Cambio climático y publicidad: desintoxicación cultural para responder al monólogo. Isidro Jiménez Gómez y Mariola Olcina Alvarado

Este artículo pertenece al ESPECIAL del último número de la revista PAPELES dedicado a las percepciones sobre el cambio climático.

   Escrito por Isidro Jiménez y Mariola Olcina, el texto aborda la necesidad de deconstruir culturalmente (a través del movimiento contrapublicitario) la idea de que el consumo va a permitir un crecimiento infinito, frente a la narrativa publicitaria de los grandes anunciantes que primero describe la crisis medioambiental, para luego proponer el consumo como vía de escape ante el escenario que dibuja el cambio climático.

   Si la publicidad se ha instaurado como el principal canal ideológico del consumo anticipado, la contrapublicidad quiere ser la herramienta antagonista que desmaquilla esa realidad interesada y aspira a provocar espacios de debate ciudadano. «La contrapublicidad puede ser una forma de pedagogía crítica –entendida dentro de los términos en las que la formuló Paolo Freire– cuando involucra a los ciudadanos en la producción de mensajes».

Terminar la ESO sin conocer el cambio climático. María González Reyes. Papeles de Relaciones Ecosociales y Cambio Global, núm. 136, invierno 2106-2017, págs. 121-131.

La temperatura de la Tierra está aumentando a un ritmo sin precedentes poniendo en jaque el equilibrio de la biosfera. Mientras esto está ocurriendo (aquí y ahora) la mayor parte de la población lo que sabe es que el cambio climático supone que haga un poco más de calor y que se derritan los polos (que, no lo olvidemos, están muy lejos). No sabemos cuáles son las causas de ese aumento en la temperatura, ni quiénes son los responsables de que esto esté sucediendo, ni qué otras problemáticas sociales y ambientales lleva asociadas, ni qué se puede hacer para frenar esta tendencia. El sistema educativo permanece callado y ajeno a esta realidad (cuando no invisibilizando y mintiendo acerca de ella). Es cierto, no solo se aprende en la escuela, pero resulta llamativo que se pueda terminar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sin saber nada sobre algo que determinará nuestro futuro próximo.

Es duro decirlo pero hay que contarlo: al planeta Tierra, tal y como lo conocemos hasta ahora, no le queda mucho tiempo. Son duras y difíciles estas palabras, hablar de muerte y destrucción es difícil. Pero es imprescindible hacerlo, de otro modo no podremos buscar las estrategias para frenar y cambiar de rumbo.

Ese colapso más que previsible se debe a que estamos destruyendo la base sobre la que se sostiene la vida. Podría haber sido de otra manera, pero una parte pequeña de la humanidad (hombres blancos con dinero y poder) decidió que el sistema económico capitalista sería el que marcase el “tictac” de la vida del resto de seres vivos. Y lo decidió ignorando que el ritmo al que se mueve la naturaleza y el ritmo al que se mueve el capitalismo son antagónicos. La energía abundante y barata está llegando a su fin (ya se ha alcanzado el cénit de la extracción de combustibles fósiles y de muchos minerales), lo que demuestra que es imposible el crecimiento constante en un planeta de recursos finitos. Las sociedades humanas vamos a tener que organizarnos reduciendo drásticamente el uso de materia y energía, lo que forzará importantes cambios en la organización social y económica.1 Pero el “tictac” acelerado del capitalismo produce miopía y no vemos que la extracción y emisión de residuos creciente no es compatible con la vida. 


 

Tercer Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos

El tercer Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos (GRALE III) se publica como manifestación del compromiso de la comunidad internacional para trabajar en función de los objetivos descritos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Basándose en estudios concluidos por 139 Estados Miembros de la UNESCO, el informe evalúa el progreso global en la implementación del Marco de acción de Belém (2009). Además, investiga el impacto del aprendizaje y la educación de adultos (AEA) sobre la salud y el bienestar, el empleo y el mercado de trabajo, así como la vida social, cívica y comunitaria. Esto refleja un cambio hacia una visión más integral de la educación y el aprendizaje a lo largo de toda la vida enmarcado en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El GRALE III se propone guiar a los responsables de la formulación de política y los ejecutores en el camino que tenemos por delante. Comparte las lecciones aprendidas desde la publicación del GRALE I en 2009 y el GRALE II en 2013, y considera el progreso realizado en el AEA en términos de las principales tendencias y avances a nivel mundial. Además, destaca los principios y recomendaciones de política a fin de que los países prevean la Revisión a Plazo Medio de la CONFINTEA VI, programada para 2017.
El GRALE III destaca en particular tres implicaciones primordiales de política. La primera, el AEA es un componente indispensable de la educación, así como un derecho humano fundamental y posibilitador. En segundo término, el AEA constituye una dimensión integral de un curso de vida equilibrado. En tercer lugar, el AEA es parte de una agenda de desarrollo sostenible integral e intersectorial con el potencial de ofrecer múltiples beneficios e impactos duraderos.
Descargar

lunes, 29 de mayo de 2017

El Prado publica en Youtube el documental «Una historia de la Hispanic Society»

El museo sube el vídeo sobre la institución ganadora del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional coincidiendo con su exposición en la pinacoteca, que ya ha recibido cerca de 130.000 visitantes

lunes, 1 de mayo de 2017

"¿Y si Euskadi pidiera perdón a España?" Un artículo de Javier Arteta en El Diario Norte el 25/04/2017.

Defensor republicano de Gernika
Una vez más, se vuelve a insistir desde el nacionalismo en que el Gobierno de España tiene que disculparse por aquella atrocidad; que fue perpetrada, como le oí decir a Andoni Ortuzar, “en el nombre de España y del Estado español”

A veces me pregunto qué sería de Euskadi, dónde quedaría su autoestima nacional, si no tuviera necesidad de que España le pidiera perdón por todo el mal que nos ha hecho a los vascos. Me lo pregunto en un año propicio para recordar agravios: en el ochenta aniversario del bombardeo de Gernika. Y cuando, una vez más, se vuelve a insistir desde el nacionalismo en que el Gobierno de España tiene que disculparse por aquella atrocidad; que fue perpetrada, como le oí decir a Andoni Ortuzar, “en el nombre de España y del Estado español”. Una interpretación bastante peregrina, teniendo en cuenta que fue el Estado español, representado por un Gobierno republicano, el agredido por la insurrección militar acaudillada por Franco. 

No parece, por otra parte, muy sensato pedir que el Gobierno de España se disculpe por un bombardeo que ese mismo Gobierno, el de la legitimidad republicana, denunció  en el acto. Y tan a lo grande, que lo dio a conocer al mundo a través del 'Guernica' de Picasso. Un cuadro muy apreciado en Euskadi. Y tanto, que hasta hemos llegado a considerarlo de nuestro patrimonio, por las veces que lo hemos reivindicado. Y reivindicado, además, con esa diplomacia tan fina que, como vascos, nos caracteriza. La que empujó a Xabier Arzalluz a afirmar en su día que “para Euskadi fueron las bombas y para Madrid el arte”. Y podría haber dicho más verdades como puños (de los suyos), si no se hubiera tenido que contener para hacer posible que el 'Guernica' estuviera presente en la inauguración del museo Guggenheim, de Bilbao, como pretendía por entonces, y no consiguió, el Gobierno de Ardanza.

Este año EH Bildu, mediante propuesta en el Parlamento Vasco, insiste en traer a Euskadi el lienzo de Picasso, basándose en la idea de que “el 'Guernica' debería estar precisamente en Gernika”; una forma curiosa de ejercer el derecho a decidir, que, para nuestros independentistas, significa decidir también por lo que deben hacer los españoles con su patrimonio cultural. Porque, por si alguien aún no lo sabe, el 'Guernica' forma parte del Patrimonio de España. Y, sinceramente, no veo razones de peso para que esa España tan vapuleada se desprenda, siquiera sea temporalmente, de un cuadro de alta rentabilidad para contentar a quienes la tratan a coz diaria, en una estrategia de hostilidad inacabable.

Es difícil de entender, además, al menos desde los presupuestos del abertzalismo, que la identidad nacional vasca, tan exclusiva y excluyente, se vea mutilada por no tener en Euskadi un cuadro pintado por un artista andaluz, por encargo de un Gobierno de España, y perteneciente, como se ha dicho, al Estado español. Salvo que reclamemos el 'Guernica' como una “reparación” que España nos debe por habernos “invadido”. Una interpretación de la Guerra Civil que no deja de tener sus problemas. Entre ellos, el hecho objetivo de que Madrid y otras ciudades españolas se vieron también bombardeadas por los alzados en armas a lo largo del conflicto bélico. Y todo por la manía de no rendirse a las fuerzas de Franco, como lo hicieron las tropas nacionalistas en Santoña, a espaldas del Gobierno de la República.

Y uno se pregunta, entonces, si el Gobierno Vasco no debería pedir perdón a España por aquella traición. A España en general y a las familias de los combatientes de Euskadi fusilados tras la rendición de batallones vascos a los fascistas italianos. Porque algo sabría el Lehendakari Aguirre de las maniobras, ¿a sus espaldas?, del dirigente nacionalista Juan Ajuriaguerra. ¿O no se enteró de nada? Lo que parece claro, en cualquier caso, es que el PNV no se siente especialmente orgulloso de este suceso, y prefiere pasar sobre él un espeso manto de silencio.

De hecho, cuando, en junio de 2007, el parlamentario socialista Jesús Loza presentó una pregunta en el Parlamento para aclarar si el Gobierno Vasco tenía intención de conmemorar el setenta aniversario de aquella rendición de Santoña, recibió el “no” por respuesta; porque, según el consejero del Gobierno de Ibarretxe, Javier Madrazo, todos los actos conmemorativos que se estaban celebrando ese año tenían “un hilo conductor común”: que era “homenajear a colectivos víctimas del alzamiento fascista, y no a episodios históricos”. A juicio del consejero de Ibarretxe, la interpretación de los hechos históricos era competencia de los historiadores, mientras que a él le correspondía algo al parecer tan ajeno a la Historia como “recuperar la memoria de las víctimas de la represión franquista”.

Sería de esperar que ahora, en este ochenta aniversario de aquel episodio vergonzoso, el Gobierno Vasco no saliera con patas de banco semejante, si fuera preguntado por ello en el Parlamento.

 

"Quieren tradición". Un artículo de Antonio Muñoz Molina publicado en El País el 29 ABR 2017.

Procesión de la Quinta Angustia
 en Santiago de Compostela. 
 El paso del tiempo ha servido para fortalecer prejuicios, no para suavizarlos o borrarlos, y para fomentar las adhesiones irracionales a lo unánime

El letrero aparecía en un lugar prominente en cuanto se entraba en la página web del periódico, con esa pulsación de apetencia ansiosa que gusta tanto a los publicitarios: “Quiero tradición”, “Quiero Semana Santa”. Era un anuncio turístico de la Xunta de Galicia, pero cuando esas dos frases aparecían sin previo aviso era también una afirmación de visceralidad muy propia de estos tiempos: por una parte, la visceralidad de los deseos urgentes del consumo; por otra, la del apego a lo propio, a lo originario, y en último extremo a lo religioso, en su versión más exterior y contrarreformista, más enraizada en el predominio de tantos siglos de la Iglesia católica sobre la vida española, a costa siempre del pluralismo político y la soberanía de los poderes públicos. 

Cuando yo era joven la palabra “tradición” tenía un sentido negativo para las personas progresistas, porque venía asociada a lo peor de nuestra historia. Tradición significaba dictadura, oscurantismo, conformidad con lo establecido, atraso. Tradición eran los coros y danzas y los tronos de Semana Santa custodiados por la Guardia Civil en uniforme de gala y los quelonios franquistas desfilando lentamente junto a los clérigos en las procesiones. Tradición era el reverso de todo lo que ansiábamos: era el apego a lo peor del pasado, y lo que nosotros queríamos era el porvenir; era el fanatismo de lo autóctono, cuando nosotros aspirábamos a que nuestro país se abriera al mundo y abrazara las libertades que eran comunes más allá de nuestra frontera; tradición era borrar la historia real y sustituirla por fábulas patrioteras de conquistas gloriosas y resistencia al enemigo exterior; tradición era identificar lo español con lo católico.

Queríamos, y algunos de nosotros lo queremos aún, romper con aquellas tradiciones escleróticas para adherirnos a la gran tradición ilustrada de la libertad de expresión, el pensamiento crítico, el debate abierto y libre, el gobierno de las mayorías, el imperio de la ley, el respeto y la protección a las minorías y a los derechos individuales. El laicismo y la educación pública estaban arraigados desde hacía al menos un siglo en otros lugares del mundo, pero para nosotros, en los años setenta del siglo pasado, eran reclamaciones urgentes, sueños que parecían más prácticos precisamente porque se correspondían con lo habitual en otros países. CONTINUAR LEYENDO