La temperatura de la Tierra está aumentando a un ritmo sin precedentes poniendo en jaque el equilibrio de la biosfera. Mientras esto está ocurriendo (aquí y ahora) la mayor parte de la población lo que sabe es que el cambio climático supone que haga un poco más de calor y que se derritan los polos (que, no lo olvidemos, están muy lejos). No sabemos cuáles son las causas de ese aumento en la temperatura, ni quiénes son los responsables de que esto esté sucediendo, ni qué otras problemáticas sociales y ambientales lleva asociadas, ni qué se puede hacer para frenar esta tendencia. El sistema educativo permanece callado y ajeno a esta realidad (cuando no invisibilizando y mintiendo acerca de ella). Es cierto, no solo se aprende en la escuela, pero resulta llamativo que se pueda terminar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sin saber nada sobre algo que determinará nuestro futuro próximo.
Es duro decirlo pero hay que contarlo: al planeta Tierra, tal y como lo conocemos hasta ahora, no le queda mucho tiempo. Son duras y difíciles estas palabras, hablar de muerte y destrucción es difícil. Pero es imprescindible hacerlo, de otro modo no podremos buscar las estrategias para frenar y cambiar de rumbo.
Ese colapso más que previsible se debe a que estamos destruyendo la base sobre la que se sostiene la vida. Podría haber sido de otra manera, pero una parte pequeña de la humanidad (hombres blancos con dinero y poder) decidió que el sistema económico capitalista sería el que marcase el “tictac” de la vida del resto de seres vivos. Y lo decidió ignorando que el ritmo al que se mueve la naturaleza y el ritmo al que se mueve el capitalismo son antagónicos. La energía abundante y barata está llegando a su fin (ya se ha alcanzado el cénit de la extracción de combustibles fósiles y de muchos minerales), lo que demuestra que es imposible el crecimiento constante en un planeta de recursos finitos. Las sociedades humanas vamos a tener que organizarnos reduciendo drásticamente el uso de materia y energía, lo que forzará importantes cambios en la organización social y económica.1 Pero el “tictac” acelerado del capitalismo produce miopía y no vemos que la extracción y emisión de residuos creciente no es compatible con la vida.
Ese colapso más que previsible se debe a que estamos destruyendo la base sobre la que se sostiene la vida. Podría haber sido de otra manera, pero una parte pequeña de la humanidad (hombres blancos con dinero y poder) decidió que el sistema económico capitalista sería el que marcase el “tictac” de la vida del resto de seres vivos. Y lo decidió ignorando que el ritmo al que se mueve la naturaleza y el ritmo al que se mueve el capitalismo son antagónicos. La energía abundante y barata está llegando a su fin (ya se ha alcanzado el cénit de la extracción de combustibles fósiles y de muchos minerales), lo que demuestra que es imposible el crecimiento constante en un planeta de recursos finitos. Las sociedades humanas vamos a tener que organizarnos reduciendo drásticamente el uso de materia y energía, lo que forzará importantes cambios en la organización social y económica.1 Pero el “tictac” acelerado del capitalismo produce miopía y no vemos que la extracción y emisión de residuos creciente no es compatible con la vida.
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