Desde el momento que el periodista del canal catarí Al Jazeera, Barry Malone, dejó de utilizar la palabra migrante para definir a las personas que se juegan la vida en el Mediterráneo ha surgido un debate semántico y político sobre qué palabra sería la más adecuada para nombrar a los cientos de miles de personas que huyen de sus países. Para la redacción de Al Jazeera no hay crisis migratoria en el Mediterráneo; hay un número muy grande de refugiados huyendo de la guerra en sus países y un número de personas más reducido que escapa de la pobreza. No es una crisis migratoria porque la mayoría de ellos son refugiados que huyen de conflictos armados, guerras civiles y persecución en Siria, Afganistán, Irak, Eritrea o Somalia, entre otros países. Más correcto sería hablar de movimientos migratorios aunque este concepto pone el acento en lo territorial del movimiento y lo deja como un acto voluntario, sin más. Para unos el concepto de “migrante” ya no es válido para describir lo que está pasando en el Mediterráneo porque se ha convertido en un concepto que deshumaniza y generaliza. Para otros, llamar refugiados a todos los migrantes que buscan el camino hacia Europa tampoco sería correcto, por más que compartan itinerarios y mafias, y arriesguen sus vidas en busca de una vida mejor o de sociedades con un mayor nivel de seguridad.
Suele pasar que cuando aparece un problema ‘nuevo’, surge también la necesidad de desarrollar una retórica que permita hablar del problema y situar su ‘novedad’. Con la exigencia de una comprensión rápida, ciertos conceptos se vuelven confusos y ambiguos. Es ahí donde algunas palabras adquieren una acepción casi mágica para activar estructuras inexistentes que deberían actuar como tranquilizadoras ante la nueva incertidumbre. Se vuelven términos abstractos que convierten los acontecimientos en eventos anónimos e indefinidos, ocultando, la mayoría de las veces, arrogancias políticas y oposiciones reales. Su función es reducir la incertidumbre, pero no ayudan a comprenderla o hacerla comprensible. Neutralizan lo incierto dentro de lo que es un vocabulario habitual y permiten de esta manera manejar fenómenos, situaciones o problemas para una comprensión efímera y casi instantánea. Sin embargo, el debate que ha surgido muestra que no existe tal comprensión instantánea y el desafío de situar flujos mixtos de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo con operaciones de contrabando y tráfico de personas es síntoma de un desequilibrio entre la respuesta internacional a los desplazamientos forzados y las necesidades de los desplazados. CONTINUAR LEYENDO
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