martes, 5 de septiembre de 2017

Cultura y poder: Entrevista a la escritora egipcia Ahdaf Soueif.

Da la sensación de que estamos entrando en un período de contradicciones; un período de profundos cambios y crisis, en el que se despiertan grandes esperanzas y se constatan realidades terribles. Hemos sido testigos de cómo la crisis económica ponía en tela de juicio los cimientos del neoliberalismo; sin embargo, el fundamentalismo del mercado sigue avanzando implacable. Hemos presenciado cómo florecían numerosos movimientos sociales, pero los líderes autoritarios están cobrando protagonismo en todo el mundo. ¿Cuál es su lectura de la coyuntura actual?

Es evidente que se está produciendo una lucha, a escala universal, entre un sistema que tiene al mundo atrapado entre sus garras y algo nuevo que está intentando nacer. En cierto sentido, se trata de la historia de la humanidad, aunque algunos de los elementos de la situación que vivimos son exclusivos del momento actual. El primero de ellos es la concienciación de lo interconectado que está el mundo, tanto en lo que se refiere a los problemas como a las soluciones. Obviamente, quienes tienen intereses en la cuestión siempre han sabido muy bien las oportunidades que ofrecen las distintas partes del mundo; el comercio, la conquista y la migración se basan, precisamente, en ello. Sin embargo, ahora existe una creciente concienciación general de que los problemas del mundo se deben solucionar a escala mundial. Los problemas ambientales son los ejemplos más manifiestos, pero hay muchos más: el aumento exponencial de la riqueza y la pobreza, la brecha obscena entre ricos y pobres o las migraciones y la circulación del capital, por citar algunos. Y todos están interrelacionados.

No podemos fingir que esta concienciación sea compartida por todo el mundo, pero sí por un número suficiente de grupos politizados de gente de todo el mundo ―en su gran mayoría jóvenes (¿podríamos quizá hablar del ‘Colectivo Mundial de Jóvenes’)?― como para que no pase desapercibida ante nuestra mirada. Pienso, por ejemplo, en los palestinos que envían mensajes de apoyo a los activistas afroamericanos en los Estados Unidos, o en el hecho de que el movimiento Occupy utilizara iconografía tomada de la plaza Tahrir.
 
 

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