Desde hace décadas se habla de la crisis de la socialdemocracia y, a pesar de todo, en buena parte de Europa parece que los partidos socialdemócratas disfrutan de una mala salud de hierro. En la mayoría de los casos, no han conseguido construir con éxito bloques sociales suficientemente amplios y cohesionados que garanticen su hegemonía inestable, pero son actores políticos de primer orden, a menudo mayoritarios, en gran parte del continente.
Constantemente, en este debate, se toma como referencia los años dorados de desarrollo de los estados del bienestar en la posguerra mundial. Es una referencia, posiblemente, demasiado exigente para evaluar la salud de la socialdemocracia contemporánea. Los cambios en el contexto económico y geopolítico en el que operan los gobiernos europeos son tan grandes que parece un poco ingenuo tomar aquel período como referencia en el debate actual.
Y sin embargo, la crisis existe. En todo el continente, pero sobre todo en el sur de Europa. Grecia es el caso paradigmático. En España, el PSOE, tras la derrota histórica de 2011, tiene unas perspectivas electorales aún más desalentadoras. En Italia, el alma socialdemócrata ya no dirige el bloque del centro-izquierda. La excepción, parcial, es Portugal donde el partido socialista encabeza las encuestas a pesar de tener al ex primer ministro José Sócrates encarcelado por fraude fiscal.
Se han llenado miles de páginas tratando de diagnosticar los males de la socialdemocracia europea. Para tratar de poner un poco de orden, podemos separar los factores explicativos en dos grupos: los que responden a cambios en la estructura social y el modelo productivo -que podríamos llamar factores exógenos- y los que pertenecen al ámbito de actuación de los propios partidos socialdemócratas, es decir los factores endógenos. CONTINUAR LEYENDO
Constantemente, en este debate, se toma como referencia los años dorados de desarrollo de los estados del bienestar en la posguerra mundial. Es una referencia, posiblemente, demasiado exigente para evaluar la salud de la socialdemocracia contemporánea. Los cambios en el contexto económico y geopolítico en el que operan los gobiernos europeos son tan grandes que parece un poco ingenuo tomar aquel período como referencia en el debate actual.
Y sin embargo, la crisis existe. En todo el continente, pero sobre todo en el sur de Europa. Grecia es el caso paradigmático. En España, el PSOE, tras la derrota histórica de 2011, tiene unas perspectivas electorales aún más desalentadoras. En Italia, el alma socialdemócrata ya no dirige el bloque del centro-izquierda. La excepción, parcial, es Portugal donde el partido socialista encabeza las encuestas a pesar de tener al ex primer ministro José Sócrates encarcelado por fraude fiscal.
Se han llenado miles de páginas tratando de diagnosticar los males de la socialdemocracia europea. Para tratar de poner un poco de orden, podemos separar los factores explicativos en dos grupos: los que responden a cambios en la estructura social y el modelo productivo -que podríamos llamar factores exógenos- y los que pertenecen al ámbito de actuación de los propios partidos socialdemócratas, es decir los factores endógenos. CONTINUAR LEYENDO
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