Definiremos el crecimiento como el proceso de transformar energía, materiales, y espacios en bienes de consumo en cantidades cada vez mayores; este proceso material es invocado desde todo tipo de instituciones y organizaciones en nuestra sociedad; así el crecimiento económico funciona como un mito, una narración colectiva según la cual el crecimiento sería un "solucionador mágico de problemas" que proporcionaría mayores niveles de bienestar a las sociedades que lo integren en su proceso económico.
La visualización de este mito tiene su constatación en el (PIB) Producto Interior Bruto; este indicador se ha convertido en la forma cuasi exclusiva de medir el éxito económico y social de los países de todo el mundo.
El crecimiento es defendido tanto por neoliberales (a través del libre mercado), como por los socialdemócratas (a través de las lógicas económicas keynesianas), como por marxistas (mediante la planificación estatal centralizada de la economía); economistas de todo pelaje nos dice que allí donde hay crecimiento económico se produce el círculo virtuoso del consumo, la inversión, la producción y el empleo.
Y de esta manera el mito del crecimiento económico evoluciona en una sociedad, que no cuestiona nunca el crecimiento económico ilimitado, elevándolo así a la categoría casi de dogma o religión, sirviendo de justificación en la manera de pensar y entender la realidad; se trataría de una idea-fuerza que orienta el pensamiento y el comportamiento social al mismo tiempo que explica la realidad; cumpliendo una función psicológica (reduciendo la incertidumbre y dando sentido a la realidad) y política (articulando la sociedad de una determinada manera y justificando las estructuras de dominación presentes en la sociedad). CONTINUAR LEYENDO
Fuente: ssociologos.com
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