Los relatos son historias que la gente se cuenta entre sí para dar sentido a su experiencia (Peter Burke). Partiendo de esta definición, existen tres grandes relatos sobre la violencia que ha marcado el pasado reciente de Euskadi. Uno coloca en el centro de gravedad a las víctimas del terrorismo. A su vera se sitúan buena parte de las mejores cabezas del país, por el compromiso cívico propio de los intelectuales liberales y porque la teoría del conflicto, si por tal se entiende que hubo dos bandos enfrentados en una especie de guerra, puede tener el atractivo de la sencillez, pero es, sencillamente, una falacia. Frente a fáciles e injustas equiparaciones, precisar la asimetría de las violencias requiere reflexiones críticas, habitualmente incómodas de realizar, ya que se oponen a lugares comunes arraigados. La asimetría queda establecida en los siguientes términos: ETA fue, con mucha diferencia, la organización terrorista más sanguinaria, la más longeva y la única que contó con apoyo social en el País Vasco. En 1980 un grupo de 33 reconocidas personalidades de la cultura vasca dio en el clavo con el manifiesto “Aún estamos a tiempo”. Decían así: “la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles”. Su valiente postura fue una necesaria gota de dignidad, que ayudó a abrir una senda por la que ahora transita este primer relato. CONTINUAR LEYENDO
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