En un país donde casi las tres cuartas partes de la población considera que la homosexualidad no debería ser aceptada por la sociedad, donde apenas se distingue entre los términos "homosexual" y "pedófilo", donde no se permiten las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo, y donde están prohibidas las marchas del Orgullo Gay, ser homosexual y no ocultarlo es prácticamente una heroicidad. Gracias a dos polémicas leyes aprobadas el pasado mes de junio por el Parlamento ruso, ahora supone, además, tener en contra al aparato del Estado.
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Fuente: 20minutos.es
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