La enseñanza de la Historia habrá fracasado en el logro de uno de sus objetivos principales si no contribuye a la construcción de una ciudadanía crítica. Precisar el significado del concepto ciudadanía crítica no es una tarea sencilla y, obviamente, esta labor está sujeta en la actualidad a diferentes interpretaciones, enfoques e intereses. En el contexto de las sociedades democráticas avanzadas, parece recomendable que los alumnos de Enseñanza Secundaria adquieran una formación conceptual, procedimental y actitudinal que garantice: el ejercicio de una ciudadanía activa, consciente de sus derechos y anhelante de cambios, capaz de analizar con espíritu crítico la información que recibe desde diferentes fuentes y soportes; la sed de transparencia, un comportamiento que debe regular las relaciones de la ciudadanía con las instituciones; el deseo de participación en los debates y compromisos públicos unido al progreso en la madurez personal del alumnado y su responsabilidad en los procesos de toma de decisiones; la tolerancia y la integración social como actitudes necesarias en el contexto de diversidad de las sociedades contemporáneas; y el desarrollo de habilidades y competencias necesarias para la realización personal de los estudiantes en el mercado laboral de la sociedad del conocimiento. La Historia se entenderá, así, como una ciencia social al servicio de las personas y de los valores democráticos, de gran utilidad para entender y cambiar el mundo en que vivimos.
Este enfoque requiere emplear una metodología didáctica basada en la comprensión del pasado, la explicación de causas y consecuencias de acontecimientos históricos en un marco amplio en el que diversos factores se relacionan de forma compleja. El análisis de las fuentes históricas y de la narración del pasado o el cuestionamiento de diferentes relatos historiográficos está presente en la inmensa mayoría del quehacer diario del profesorado de Historia en las aulas de Secundaria. A lo largo de mis años de experiencia, no he conocido a ningún profesor que permaneciese aferrado a una enseñanza de la Historia apegada a la mera transmisión de información, acontecimientos, fechas, personajes o datos. El profesorado es muy consciente de la evolución de la historiografía y de las aportaciones más relevantes de las diferentes escuelas o tendencias, así como del poder formativo que tienen las ciencias sociales en el ámbito de la ciudadanía. CONTINUAR LEYENDO
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