El peligro para Europa no está en Atenas, sino en los nacionalismos, incluido el ruso
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lo dijo muy gráficamente: “No nos gusta mucho ver caras nuevas”. Se refería a Grecia, pero seguramente es aplicable a toda la Unión. No se puede decir, sin embargo, que la Comisión ejerza la misma presión en todos los casos en los que asoma una novedad. Nadie en la Comisión ha advertido a los franceses que no voten a Marine Le Pen. Nadie avisó a los húngaros de que Viktor Orbán era un dirigente problemático, un extremista.
Donde Juncker no tiene la menor gana de ver caras nuevas es en Grecia y es una lástima porque ya advirtió Eurípides que, en Grecia, las caras nuevas son las que tienen autoridad. Es precisamente en Grecia donde más falta harían nuevos políticos, capaces de gobernar sin tanta falsedad e hipocresía. ¿O acaso no es de eso de lo que Europa se ha quejado amargamente en Atenas? ¿Acaso no dijo un ministro alemán que había que “crujir a los griegos” porque estaba harto de sus estadísticas falseadas, de sus élites políticas y económicas insolidarias y defraudadora? ¿A qué vino entonces apoyar como candidato a presidente a Stavros Dimas, una cara tan conocida que debería enfermarles: 37 años en el partido responsable de esas políticas? CONTINUAR LEYENDO
Fuente: elpais.com
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