En algunas partes del mundo, ser gitano implica tal estigma que muchos prefieren esconderlo. Es el caso de Ahmed Mustafá y sus parientes, huidos de la guerra de Siria y que ahora sobreviven en un parque de Estambul. “No somos gitanos, somos turcomanos”, afirman. A su alrededor, otros se definen como “árabes”. En el sureste de Turquía, los hay que se autodenominan simplemente como “músicos ambulantes”. Y no es el único país: en Francia son “gens de voyage”. En Italia, “población nómada”. En Bulgaria, muchos prefieren llamarse a sí mismos “turcos” antes que gitanos. En los lugares donde hay un mayor racismo, cualquier identidad parece preferible. Pero para los vecinos de los acampados de Estambul, el asunto está más que claro: son “çingeneler”, nos dicen, la palabra turca para referirse a los roma (gitanos).
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Fuente: Aula Intercultural
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