Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Dachau... nombres familiares que retumban por haber sido campos de trabajo, concentración o exterminio del Tercer Reich alemán que quedaron fijos en la conciencia humana por las atrocidades cometidas a manos de la que se consideraba una nación civilizada.
Aunque no todos son tan famosos, hay uno en particular que es casi desconocido: Ravensbrück.
A pesar de que fue uno de los primeros en instalarse -en 1939, poco antes de que empezara la guerra, a 80 kilómetros de Berlín, en un escenario idílico en la costa báltica- y el último en ser liberado -en 1945-, este campo de trabajo y, al final, de exterminio ha permanecido en los márgenes de la historia.
Ravensbrück era específicamente para mujeres.
A finales de la Segunda Guerra Mundial, 130.000 habían pasado por las puertas.
Entre 30.000 y 50.000 murieron, de hambre, de agotamiento, de frío, o por las balas o el gas administrados por las guardas nazis. SEGUIR LEYENDO
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